Defunción eletcrónica

Lanzar un objeto es sacarlo de su inercia, es dirigirlo desde un comienzo hasta un fin. Al dotarlo de una existencia momentánea, se deja al objeto a la merced de un comportamiento basado en las leyes físicas que lo dominan. Su liberación mediante una fuerza inicial puede ser traducida en energía y ésta en movimiento. El objeto deja de moverse cuando es dominado por la fuerza de gravedad, que lo absorbe y lo deja en un estado de quietud similar al de su comienzo, pero distinto en cuanto se encuentra situado en un tiempo diferente. Pero, ¿qué sucede con su transcurrir? En el caso de un objeto cualquiera, este camino trazado queda sometido al recuerdo. Sin embargo, en el caso que nos cita aquí, esto no ocurre. El péndulo, en cuanto herramienta, ha realizado un dibujo e intervenido un espacio y un lugar. Lo que da cuenta de un inicio y un fin es la trayectoria, y no el comienzo y posterior término del movimiento del péndulo.

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