Historia es una joven que se desplaza con los ojos cerrados por la oscuridad mostrando confiada sus manos desplegadas como un velamen, siendo que necesitaría de su mirada para guiarse en la penumbra. Seguramente tiene un antecedente, seguramente se somete a la fuerza de los pioneros que le han soplado el caminar. Posiblemente lo único que orienta su derrotero es la certeza de que el devenir colectivo es también suyo; es la conciencia del actante que se sabe protagonista y que su actuación es la de muchos, pero en una escena donde el agon debe completarlo cada uno.
Arte es una palabra de cuatro letras. Cine es una palabra de cuatro letras. Ambas comparten una letra e que cierra cada palabra. Pero el cine para convertirse en arte tuvo que abandonar su sino, despojarse de su designio RNI (Representativo, Narrativo e Industrial [1] ). Los artistas de principio del siglo XX supieron alterar este orden y convertirlo en arte cinético, en collage, en poesía, en alucinación metafísica, en imágenes inminentes [2]. Hoy lo siguen haciendo en video.
Festejo del rito subversivo: la energía liberada desnuda las conciencias, se hace más lúcida y precisa. Carnaval del espíritu gregario emancipador: fuerza arrolladora, que orienta a manera de una guía de acción política la imposición de un escenario. Creación pura que se sabe intuitivamente historia.
[1] “El término NRI indica la unidad confusa de ver, de contar y del modo de producción” Eizykman, Claudine. La jouissance-cinérma, 10/18, 1976, Paris.
[2] “La Estética sin relato-antropología y estética de la inminencia” García Canclini, Néstor. Katz, 2010, Buenos Aires.
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