Sobre la bienal

Tras el cierre del Festival Franco Chileno de Video Arte -todo un hito de los años 80 para la difusión y desarrollo de la disciplina en nuestro país-, por la voluntad de un grupo de artistas en 1993, se funda la Corporación Chilena de Video, con el objetivo de potenciar un contexto dedicado a la investigación y práctica del video arte experimental en Chile.

Dirigida hasta su décima versión por el artista y académico Néstor Olhagaray Llanos, teórico e investigador en nuevos medios. Este evento instauró un nuevo momento para el videoarte en nuestro país, incorporando además otras indagaciones artísticas vinculadas a las nuevas tecnologías.

La bienal se constituye desde entonces como un espacio sistemático que da cabida a estas nuevas expresiones de las artes audiovisuales contemporáneas, donde ya han participado alrededor de 3.000 artistas. El encuentro es una vitrina periódica sobre la producción nacional e internacional en esta área; fomenta el encuentro entre artistas del rubro, y se preocupa por abordar los desafíos teóricos de la relación entre cine, artes visuales, tecnología y creatividad.

Una de sus actividades emblemáticas desde su comienzo es el Concurso Juan Downey. Abierto actualmente al video y las artes digitales, es un homenaje permanente al artista chileno, considerado uno de los pioneros del videoarte y las artes electrónicas en el mundo.

En virtud de los vertiginosos cambios que experimenta la tecnología y, con ella, el arte, la cultura y la sociedad, la BAM ha estado marcada por actualizaciones, reorientaciones y cambios de nombre. Nace como Bienal de Video de Santiago, luego pasa a llamarse Bienal de Video y Artes Electrónicas y, desde fines de los años ’90, se llama Bienal de Video y Nuevos Medios. En su novena y décima versión es denominada Bienal de Video y Artes Mediales (BVAM) y en esta onceava versión toma el nombre de Bienal de Artes Mediales (BAM), representando las tendencias de la producción audiovisual de vanguardia en Chile.