Una comunidad de dispositivos electrónicos autónomos, construidos artesanalmente, habitan un árbol en las afueras del Museo Nacional de Bellas Artes. Entre sus ramas, este ecosistema artificial utiliza la energía del sol para producir pequeños impulsos sonoros. Al igual que un insecto, cada unidad tiene un comportamiento propio, autónomo e impredecible, dueño de un canto repetitivo sincronizado al ritmo natural del día y la noche. Este proyecto está basado en las tecnologías de código abierto BEAM Robotics y el módulo de sonido solar.