Una multitud anónima chilena de inicios de los setenta atraviesa una maqueta a escala del Monumento a la Tercera Internacional, diseñada por el arquitecto y artista Vladimir Tatlin, que nunca llegó a realizarse debido a la desestabilización económica de los años veinte en la Unión Soviética. Las imágenes pertenecen a los registros fotográficos de Fernando Velo y Marcelo Montecino, quienes fueron testigos de las últimas marchas en apoyo al gobierno de la Unidad Popular en las calles de Chile. Un ayer que refleja el deseo de progreso colectivo presente en toda época y que hoy es representado por los indignados en cualquier punto del globo. La proyección de las imágenes se funden con la sombra de la Torre Tatlin, hasta que una luz blanca aparece y solo permite ver el movimiento de su sombra. La Internacional emana de una caja musical que se fusiona con el sonido del ventilador al interior del mecanismo de la base giratoria de la Torre. En síntesis, el sonido de las utopías se escenifica como una melodía de la historia universal y latinoamericana.